Edimburgo, cultura y diversión
Sábado, 24 Enero 2015
Por lo general, hace frío y llueve mucho. Para ser exactos, algunos días sale el sol. Pero no importa: la belleza de Edimburgo no depende de un golpe de luz o de la llegada de un verano que aquí se antoja realmente efímero. El encanto está en sus piedras lavadas y en una historia milenaria, en sus plazas y callejones, cargados de leyendas y misterios, en sus parques y jardines con monumentos a sus personajes más célebres, en sus cafés y pubs, donde se produce una gloriosa simbiosis entre locales y visitantes.
Pese a su prolongada historia, de Edimburgo se puede decir que es una ciudad joven, donde a diario pasan cosas (relacionadas con la cultura y el ocio general) y que resulta abrumadoramente interesante en los meses de verano, con la celebración de su conocido Festival Internacional, que convierte en escenario los lugares más insospechados y que trae hasta aquí a grandes artistas de todos los rincones del planeta. Buena parte de esos escenarios buscan los edificios históricos de High Street, más conocida como la Milla Real (Royal Mile). O lo que es lo mismo, la calle de algo más de 1,8 kilómetros de longitud que conecta el Palacio Holyroodhouse, que es la residencia oficial de la reina en sus visitas a la ciudad, y el Castillo de Edimburgo. El recorrido está flanqueado por tiendas de recuerdos (aunque también hay algunos comercios de tendencia, con ropa y objetos muy originales), pubs, restaurantes y callejones en los que merece la pena perderse para respirar algo del ambiente medieval atrapado en ellos.
Una fortaleza convertida en museo
El castillo es, sin duda, el monumento más relevante y reconocible de la capital escocesa. También el más antiguo, pues aquí se fijan los orígenes de la ciudad, en la Prehistoria. Aunque durante siglos fue una fortaleza militar, hoy es un gran museo que, entre otras secciones, alberga las joyas de los reyes escoceses. También un sonoro cañón que marca el ritmo urbano, al ser disparada una salva diaria, a las 13 horas.
Casi a mitad de camino entre el castillo y el palacio real se sitúa la Catedral de St. Giles, de estilo gótico y construida durante el siglo XV. En el interior, tan llamativa como sus vidrieras es la Thistle Chapel, sede de los caballeros de esa orden y el lugar donde se celebran los funerales de las principales personalidades escocesas. Fue construida a principios del siglo XX en un particular estilo neogótico. Como ya hemos apuntado, Edimburgo es el epicentro de la cultura y las artes en Escocia. Y eso se percibe en sus numerosos museos y galerías. De entre todos ellos, destaca el Museo Nacional, un completo resumen de la historia del país. Llama mucho la atención la Galería del Siglo XX, una colección de objetos recopilados por escoceses de toda índole.
Obras maestras del arte
Al Museo Nacional le hace la competencia, en cuanto a cifra de visitantes, la Galería Nacional Escocesa de Arte Moderno, que se encuentra dividida en dos secciones: la Galería de Arte Moderno y la Galería Dean. En la primera se muestran obras realizadas desde 1900, firmadas por artistas de la talla de Matisse, Picasso, Bacon, Hockney y Warhol, entre otros. Por su parte, la Galería Dean está centrada en el surrealismo y el dadaísmo, movimientos representados por lienzos de artistas como Dalí, Miró, Ernst, Magritte y, de nuevo, Picasso.
A ese complejo museístico se puede llegar a pie, en un agradable paseo de unos 15 minutos, desde el principal punto de encuentro para edimburgueses y sus visitantes: Princes Street Gardens. Estos jardines, situados al pie del castillo, regalan alguna de las más bellas estampas de la ciudad. Pero, quizás, lo más llamativo de este complejo de naturaleza artificial es el hecho de que, hasta principios del siglo XX, lo que había aquí era un lago que ocupaba una buena parte de lo que actualmente es el centro de Edimburgo.
Encantadora resulta una pequeña estatua, situada en la parte sur del puente de Georges IV, que está dedicada a un perro de raza skye terrier. Se trata de Greyfriars Bobby, que veló la tumba de su propietario, miembro de la policía local, durante la friolera de catorce años, es decir, hasta el mismo día de su muerte. La historia conmovió primero a la baronesa Burdett-Coutts, que sufragó el monumento en su honor, y después a todo aquel que contempla la escultura del simpático y fiel perrito. Aun así, cada vez son más las voces que ponen en cuestión esta leyenda.
El yate de la familia real
Una última referencia, especialmente dedicada a los amantes de las curiosidades y, por qué no decirlo, de la prensa rosa. En el puerto de la ciudad, con acceso desde el centro comercial Ocean Terminal, está anclado el Royal Yacht Britannia que, durante 44 años, llevó a la familia real británica por medio mundo (135 países, para ser exactos). El buque oficial está lleno de detalles personales de la Reina y sus hijos: como ejemplo, las fotografías de momentos privados que cuelgan en varias de las salas. También resulta muy atractivo comparar la decoración de cada habitación, las vajillas, cristalerías y cuberterías utilizadas en las recepciones oficiales, el puente de mando o, incluso, la sala de máquinas.